Así saldría la creación de las tinieblas del caos. Uno de los más calurosos días del mes de Julio de 1809, y Pasado mañana, que deberá ser el 5 de Mayo, empezará el día de tres meses, durante el cual vendrá algún buque groenlandero a este archipiélago, y me volverá al mundo habitado por los hombres. Lo haré con mucho gusto -dije, y me puse a descargar. La cena era abundante, el vino bueno, la conversación alegre y animada. Mi niñez y mis amores; toda la historia de mi vida pasa ante mi imaginación... Cuando salga de aquí, si lo consigo, habré nacido de nuevo. Los españoles se reían de aquellos disparates, y le llamaban franchute, didón y otras cosas. [6] En la actualidad, en la calle donde vio la luz, se creó en 1957 el museo que lleva su nombre. Voy más lejos: creo que -exclamó uno de ellos. MM. ¡Todo secreto puede ser un tesoro, y quien lo cuenta se queda sin él! -añadió el forastero-. - ¡Parrón! El duque de Osuna, a título de duque de Arcos, la ostenta entre las perlas de su corona hace muchísimo tiempo, y tiene allí su correspondiente castillo señorial, que yo pudiera describir piedra por piedra... Mas no se trata aquí de castillos, ni de duques, sino de los célebres campos que rodean a Rota y de un humildísimo hortelano, a quien llamaremos el tío Buscabeatas, aunque no era éste su verdadero nombre, según parece. Debajo de lo ya destruido comienza la obra de sillería de los cimientos, cuyas enormes piedras, de más de vara en cuadro, no removerán fácilmente dos ni tres personas de puños tan buenos como los míos. -¡Es verdad! Él es español, y su compañía me librará de todo peligro en aquella tierra. -exclamó el polaco, asiéndose a mis pies, pues había caído de nuevo en tierra. ¡La voluntad suple por todo!--QUERER ES PODER. —¡Cállese V. cuando hablan los mayores! Pío VII enjugó con sus manos beatísimas las lágrimas que inundaban el rostro de la viejecita; y cuando ésta se inclinaba para besar el pie del Santo Padre, él colocó una mano sobre aquellas canas humilladas, y levantó la otra al cielo con la inspirada actitud de un profeta. En … Seguir … ¡Tú dejar que me maten! palabras, Capitán.—Esto completará la historia de V., y dará Oyóse en esto rumor en la calle, o, mejor dicho, a la puerta de la botica. -respondióle muy alarmado Manos-gordas-. - Sí, hijo mío, lo he olvidado completamente. También hago provisión de combustibles. Marchado que se hubo la señá Torcuata, el Alcalde alargó un rosco y una copa al mayoral, y le dijo: -¡Simplezas de mujeres, tío Jenaro! (repitió Rubens.) en el semblante del extranjero con tanta veneración . dirigiéndose a sus comensales). -Dime, alma mía... -respondió el renegado con voz sorda y mirando a su alrededor-, ¿y has contado eso a algún marroquí? sus brazos al expirante patriota, siendo las primeras en colmarlo ¡Muera Fernando! ¡De algún modo me he de vengar del mundo! ¡Cómo me alegra el alma esta corta visita que hoy haces al Spitzberg! ¡Matar a mí por Dios! Hacia cualquier parte que dirijo el pensamiento, disto de la humanidad centenares de leguas. -preguntó el Prior tímidamente. ¡Repito que somos unos héroes! . (dijo entonces García de Paredes, En cuanto a los sultanes, reyes y beyes que presumen imperar en aquella parte del mundo, y a las autoridades y mílites que los representan, puede decirse que vienen a ser, para tales vasallos, lo que el cazador para las liebres o para los corzos: un mal encuentro posible, que muy pocos tienen en la vida, y en el cual muere uno o no muere; si muere, tal día hizo un año; y si no muere, con poner mucha tierra por medio no hay que pensar más en el asunto. Majestad deseará conocerlo, y yo necesito abrazarlo, felicitarlo..., Basilio?--¿Se salvó V. por eso?--preguntaron Le he hecho, pues, venir conmigo, y en la puerta del corral aguarda, acompañado del cabrero, a que usted le dé licencia para entrar... -¡Que entre! Casi lloraba, y su rezo era tranquilo y dulce. . Tienes cuatro minutos. El día 17 de Mayo de ese mismo año de 1809 dió Napoleón un decreto, por el que reunió al Imperio francés los Estados pontificios, declarando a Roma ciudad imperial libre. Yo respiré, porque creí que el pobre había dado el alma a Dios. Yo hice también señas al segador de que se fuese al instante. - Es muy sencillo. El verbo. Ayer tarde, al pasar por la Torre del Moro, vi que con las piedras de ella extraídas estaban construyendo una tapia, que aun sería necesario derribar o arrancar otras muchas para terminar el cercado... Yo me pinto solo en esto de demoler, ya sea dando barrenos, ya por medio de mis propios puños, pues tengo más fuerza que un buey, y ocurrióseme la idea de tomar a mi cargo, por contrata, la total destrucción de la Torre y el arranque de sus cimientos, suponiendo que llegase a entenderme con el propietario. ¿Queréis decirme ¡Por mí! Esto es... un... El tío Hormiga miró en torno suyo, bajó la voz y dijo con entera fe: -¡Tienes razón! - ¡Ved por lo que no os diría el nombre de ese pintor El tío Hormiga guiñó sus ojillos grises, y respondió con mucha sorna: -Pues, señor, no me conviene la contrata. Al cabo de ellos falleció mi amigo. -gritó García de Paredes con tal voz, con tal actitud, con tal fisonomía, que, unido este grito a la inmovilidad y silencio de los veinte franceses, impuso frío terror a la muchedumbre, la cual no se esperaba aquel tranquilo y lúgubre recibimiento. Hoy es 17 de Octubre... El frío avanza por el Norte... Dentro de pocos días me helaré, sin remedio. El Conde del Montijo no pudo contener la risa. a empezar por vos. En esto ya había acudido alguna gente, no tardando en presentarse también allí el regidor encargado de la policía de los mercados públicos, o sea el juez de abastos, que es su verdadero nombre. --¿Estoy en el otro mundo? - ¿Cómo? Para invención, el asunto es de poca monta; y luego pertenece a un género en que yo no me tomaría el trabajo de inventar nada.... Presumo de liberal, y un pobre Capitán retirado me ha conmovido - Señor... (balbuceó el mancebo.) -¡No irritar! Veinte eran, en efecto, los franceses que el boticario tenía a - ¡Cómo! ¡Estoy, pues, solo, sin hogar, sin amparo, sin víveres, sin consuelos! -suspiraba a veces sin poder conciliar el sueño; pero luego reflexionaba, y concluía por decir-: ¿Y qué he de hacer sino salir de ellas? De allí habías venido tú a Marruecos, y allí fui yo a comprar gallinas. Pero tengan Vds. Mucho lo pensó el tío Juan Gómez antes de pagar un chocolate tan caro (que resultaba a diez mil doscientos cuarenta reales la libra); pero tenía tal seguridad en lo deltesoro (y a fe que no se equivocaba, según después veremos), que sacó de la faja ocho monedillas de a cuatro duros y se las entregó al abogado, quien las pesó una por una antes de guardárselas en el bolsillo; con lo que el tío Hormiga tomó la vuelta de Aldeire decidido a seguir excavando en la Torre del Moro, mientras tanto que enviaban el pergamino a Tierra Santa y volvía de allá traducido; diligencias en que, según el letrado, se tardaría cosa de año y medio. ¡Ya caigo! - Parece que ya vamos a formar... -dijo un miguelete a otro-, y no veo al cabo López... - ¡Extraño es, a fe mía, pues él llega siempre antes que nadie cuando se trata de salir en busca de Parrón, a quien odia con sus cinco sentidos! Allí pregunté tu historia, dando tus señas, y allí me la contaron varios españoles. dos viejos decrépitos, cubiertos de sudor y de polvo, rendidos de fatiga, ahogados de calor, respirando apenas, bebían agua en un vaso de vidrio, que el uno pasó al otro después de mediarlo. - Pues ¿qué es Parrón más que un hombre? En cuanto a nosotros, durante todo aquel día no fuimos en Francia prisioneros de guerra, sino huéspedes de paz. Una sombra más obscura que el tenebroso aire de la prisión se inclinó sobre mí. El humo de mi escopeta se dilata también horizontalmente. ¡El renegado de quien me has dicho...! -grito Manos-gordas, sintiendo de pronto circular por todos sus huesos el frío de la muerte. -seguía diciendo la mujer del tío Juan Gómez una hora después, al colocar de nuevo el lomo y la longaniza en sus respectivas orzas-. ¡Qué olvidado sobre la tierra! El inglés Parry habitó cabañas de nieve en el Norte de América a los 73 grados. ¡Ver el puerto después del naufragio, y morir sin tocar la orilla! Montéme en él, y no he parado hasta llegar aquí... Por consiguiente, señor, déme V. los mil reales, y yo daré las señas de Parrón, el cual se ha quedado con mis tres duros y medio. La multitud, por su parte, se apoderó de los frutos como de El Secretario de Estado, cardenal Pacca (que sin duda era el sacerdote que V. encontró con Pío VII), corrió al lado de Su Santidad; y, al verse los dos ancianos, exclamaron: Consummatum Réstanos ahora saber si acertó o no acertó Heredia al decir la buenaventura a Parrón. ¡Jesús! ¿Qué falta me hace tu ayuda para ir a apoderarme del tesoro entero? desconocido artista sea ahora un viejo muy gordo y muy ¡Hoy puedo yo más que él! ¡La historia! ¡Qué lejos estoy de los hombres! -Descuida... -interrumpió Manos-gordas-. Watch Naked Models in our Adult Live Sex Cams Community. Éste cogió una hoja verde de las que cubrían el azafate de melocotones que seguía ofreciéndole la anciana, y la llevó a sus -¡Charla mucho... y verás lo que te sucede! -Perdona... -replicó Manos-gordas sudando a mares-. Llevaos el cuadro si queréis; pero dejad Basilio.) --Y ¿era V. músico, D. Efectivamente: no bien salimos del café, percibimos allá, en la Plaza (que como os he dicho estaba cerca), una empolvada silla de posta, parada delante de una casa de vulgar apariencia y custodiada por dos gendarmes de caballería, cuyos desnudos sables brillaban que era un contento.... Más de quinientas personas había alrededor del carruaje, que examinaban con viva curiosidad, sin que se opusiesen a ello los gendarmes, quienes, en cambio, no permitían al público acercarse a la puerta de aquella casa, donde se había apeado Pío VII mientras mudaban el tiro de caballos.... —Y ¿qué casa era aquélla, abuelito? ¡Ved las consecuencias de robar sin matar! Pero estaban tan "ebrios", que no podían moverse de sus sillas. cuatrocientas ochenta y cinco víctimas!!! . ¡Hijos míos! Dictó el gitano la filiación del bandido; cobró desde luego la suma ofrecida, y salió de la Capitanía General, dejando asombrados al Conde del Montijo y al sujeto, allí presente, que nos ha contado todos estos pormenores. ), me encontré con que no sabía tocarla. —Vivo está quien lo cuenta, como suele decirse..., y entiéndase que quien le cuenta no soy yo; es un Capitán retirado que dejó el servicio en 1814. ¡Dígole a usted que el caso es de lo más singular y estupendo que haya ocurrido nunca! ¿Por qué no me entregó al hacha del verdugo? En los niños, los niveles de Discapacidad Intelectual varían desde problemas muy leves hasta problemas muy graves. Gabriela Mistral nació en Vicuña el 7 de abril de 1889, con el nombre de Lucila de María Godoi Alcayaga. ¡La arena carece de fecundos principios, del asimilable humus... ¿Qué importa? ¿Es que no ha concluido el invierno de mi condena? -¡No hay remedio! Las adormideras blancas y las doradas siemprevivas inclinan sus lánguidas cabezas sobre la espuma de las aguas como náyades voluptuosas. y se alejó a lo largo del templo. Nil sapientiae odiosius acumine nimio. ¡Me alegro en el alma! -No lo digo sólo por eso, sino porque estos garrapatos no se parecen a ninguno de los que he visto hacer a gente cristiana. recíprocamente. ¡No sé cómo no os mato a todos! Pero otro miguelete tuvo tiempo de mudar la dirección del arma, y el tiro se perdió en el aire. Los campos de Rota -particularmente las huertas- son tan productivos que, además de tributarle al duque de Osuna muchos miles de fanegas de grano y de abastecer de vino a toda la población -poco amante del agua potable y malísimamente dotada de ella-, surten de frutas y legumbres a Cádiz, y muchas veces a Huelva, y en ocasiones a la misma Sevilla, sobre todo en los ramos de tomates y calabazas, cuya excelente calidad, suma abundancia y consiguiente baratura exceden a toda ponderación, por lo que en Andalucía la Baja se da a los roteños el dictado de calabaceros y de tomateros, que ellos aceptan con noble orgullo. ; el cañón de Sant-Angelo pregonó la extinción del gobierno temporal de los Papas, y la bandera tricolor ondeó sobre el Vaticano. (exclamé.) ¡Ah! ¡Mira que te rompo la crisma! ¡Nosotros los recibiremos! ¡Figúrate tú que dentro de quince días estará organizada la banda de música a que has de pertenecer! En medio del terror que me quitó la vista, observé que el árbol en que yo estaba atado se estremecía ligeramente y que mis ligaduras se aflojaban. ¡Sufrir mucho! Pusiéronse; pues, en cuclillas los circunstantes, incluso los polizontes y el mismo concejal, y comenzaron a ayudarle al tío Buscabeatas en aquella singular comprobación, diciendo todos a un mismo tiempo con pueril regocijo: -¡Nada! No me eches esas miradas de lobo, que vengo a hacerte un gran favor, y no a ofenderte por mero capricho. Y, sin embargo; era el triste y temido renegado ben Munuza, cuya historia os causará espanto cuando la conozcáis. - Nunca..., nunca... -tartamudearon los bandidos-. ¡Manuel se ha vuelto loco! -preguntó el Capitán general, profundamente afectado por aquel relato-. Y, dicho esto, abrió la epístola (procurando que no la leyese la Pepa de la posdata), y apareció, crujiente y tratando de arrollarse por sí propio, el amarillento pergamino. -Reúna usted dos y resultará uno doble de grueso -añadí, dándole otro cigarro. Manuel dejó de silbar, y dijo con su acostumbrada indiferencia: - Una vieja que presenció el delito dice que, luego que mató a López, ofreció que, si íbamos á buscarlo, tendríamos el gusto de verlo... - ¡Camarada! 3.-¿Qué actitudes son indispensables para alcanzar tus aspiraciones? Miré a mi alrededor, y me encontré solo. Séneca. ¡Tú no has caído en que yo sería tonto de capirote si me marchase contigo a España a ponerte en posesión de medio tesoro, contando con que tú me pondrías a mí en posesión del otro medio! Una tarde regresó de su faena el tío Hormiga muy preocupado y caviloso y más temprano que de costumbre. - En este ángulo ha habido un nombre escrito (respondió Este hombre (pensé) me va a perdonar la vida; mañana llego a Granada y doy el cante; pasado mañana lo cogen... Después empezará la sumaria... - ¿Dices que cuándo? las once de la mañana hasta las siete de la tarde, horas que permanecíamos en las poblaciones del tránsito; pues las jornadas Los carlistas perdonaban entonces la vida a los músicos, a causa de tener gran falta de ellos en sus batallones. . ¡Yo cantaba con la corneta en la boca! ¡Quiero ver el cielo! ¡Si vuelvo al mundo viviré soberanamente, sin que el velo de la preocupación me oculte la felicidad, sin que la costumbre me aprisione entre sus redes! -¡Es que le pagaré a usted el doble de lo que aquello valga! ¿Lo sabíais, y habéis podido olvidarlo? - ¡Bravo, vítor! En las afueras de la puerta del Popolo lo esperaba una silla de posta, a la cual le hicieron subir, y después de esto cerraron las portezuelas con una llave, que Radet entregó a un gendarme de caballería. --¡Es un valiente! ¿El Pontífice preso, caminando en el rigor del estío, con todo el ardor del sol, entre dos groseros gendarmes, sin más comitiva que un sacerdote, sin otro hospedaje que el portal de una casa de postas, sin otra almohada que una silla de madera? ; Para más información, puedes ver … Pero no habría andado cincuenta pasos, cuando su bienhechor lo llamó de nuevo. tierra! En la más angosta de dichas callejuelas, y a la puerta de una muy pobre pero muy blanqueada casucha, estaba sentado en el suelo, o más bien sobre sus talones, fumando en pipa de barro secado al sol, un moro de treinta y cinco a cuarenta años, revendedor de huevos y gallinas, que le traían a las puertas de Ceuta los campesinos independientes de Sierra-Bullones y Sierra-Bermeja, y que él despachaba a domicilio o en el mercado, con una ganancia de ciento por ciento. -¡Yo no quiero que te maten, desgraciado! 2.- ¿Qué estrategias podrían contribuir a hacerlos realidad? ¡Hijos de mi alma! No. El entorno. - ¡Concibiendo que un vivo pueda adivinar o representar su Pronto volvió a alzarla, tan firme y tan sereno como antes. tierra. Al mismo tiempo que el maestro de capilla escribía la precedente carta y la echaba al correo, Admet-ben-Carime-el-Abdoun reunía en un envoltorio no muy grande todo su hato y ajuar, reducidos a tres jaiques viejos, dos mantas de pelo de cabra, un mortero para hacer alcuzcuz, un candil de hierro y una olla de cobre llena de pesetas (que desenterró de un rincón del patinillo de su casa); cargó con todo ello a su única mujer, esclava, odalisca, o lo que fuera, más fea que una mala noticia dicha de pronto y más sucia que la conciencia de su marido, y salióse de Ceuta, diciendo al oficial de guardia de la puerta que da al campo moro que se iban a Fez a mudar de aires por consejo de un veterinario. ¡Es un buque ballenero! -¡Pues entonces no hay más que hablar! Rota es la menor de aquellas encantadoras poblaciones hermanas que forman el amplio semicírculo de la bahía de Cádiz; pero con ser la menor no ha faltado quien ponga los ojos en ella. Así dijimos; y después de abrazarnos tiernamente, Ramón desapareció en las sombras nocturnas. ¡Ah! - ¡Está loco! Tenía calenturas, según supe más tarde... Una vieja lo cuidaba por caridad, sin reparar que era un enemigo... (¡Muchos años de gloria llevará ya la viejecita por aquella buena acción! El burgomaestre, el buitre polar, arroja su prolongado grito. A todo esto, Admet-ben-Carime había pasado ya la vista por todo el pergamino y puéstose muy pálido. nos custodiaba, porque cada uno de nosotros había respondido -exclamó un chico. Aquel año había criado allí unas estupendas calabazas, tamañas como bolas decorativas de pretil de puente monumental, y que ya principiaban a ponerse por dentro y por fuera de color de naranja, lo cual quería decir que había mediado el mes de junio. Hace veinticinco años que estuve en la corte por primera y última vez. Hospitales HCB El Grupo HCB Hospitales es un grupo sanitario familiar privado HCB Hospitales cuenta con 2 hospitales, tres centros médicos y dos centros de diagnóstico por imagen con más de 500 empleados de todas las nacionalidades procedentes de la UE, Rusia, Oriente Medio y Sudamérica. Pero de lo que ahora se trata es de que te hayas enterado bien de mi encargo... -¡Trae! toda su importancia a ese peregrino relato. Pero como no existe bajo la capa del cielo un hombre de peor alma que el tal renegado, no me estará de más tomar algunas precauciones. -dijo Rubens señalando, por toda contestación, al lienzo que tenía delante. he aquí el poema misterioso que se deducía de los dos ascéticos (respondió el Capitán.) Y en virtud de esta cavilación sacó del bolsillo avíos de escribir, redactó una carta, púsole el sobre, pególo con un poco de pan mascado, y echóse a reír de una manera diabólica. Así es que antes de presentarme en estas tierras escondí el pergamino... donde nadie más que yo podrá dar con él. Si algo malo llega a sucederte, esta carta caerá en el correo de Ceuta, aunque después caiga yo en la sepultura. Nos habíamos educado juntos; juntos salimos del colegio; juntos peleamos mil veces, y juntos deseábamos morir por la libertad. ¡Es músico! No consiste la fuerza en echar por tierra al enemigo, sino en domar la propia cólera, dice una máxima oriental. -replicó el primero-. - Márchese V., buen hombre... -exclamó entonces uno que hasta lloraba-. Dadme uno de esos fusiles y pelearé con vosotros hasta mataros o morir..., pero dejad a este pobre enfermo, que no puede defenderse. -exclamaron los hombres del 2 de Mayo. ¿Tiene su merced noticia de alguna zorra que sepa tantas picardías como nosotros? Admet-ben-Carime-el-Abdoun respiró alegremente, y aun hizo alguna zapateta, sin que por eso se le cayesen las mal aseguradas zapatillas, tan luego como se vio fuera de los redoblados muros de la plaza española y con toda el África delante de sí... Porque África, para un verdadero africano como Manos-gordas, es la tierra de la libertad absoluta; de una libertad anterior y superior a todas las Constituciones e instituciones humanas; de una libertad parecida a la de los conejos no caseros y demás animales de monte, valle o arenal. Por ejemplo: yo te voy a contar un importante secreto mío, que te servirá como de fianza del tuyo, y que nos obligará a ser amigos toda la vida... -Te oigo. agoniza contra el suelo; creo que, cuando ella murió, él se creyó cuando arde en su corazón la pira inextinguible de la caridad? ¿Pudierais decirme quién es el autor de ¡Gracias, Dios mío! »¡Bendito sea, pues, Alah, que crió estos y otros bichos para que se coman a los hombres malos! En la Cuesta del Perro se ha encontrado el cadáver de López. dentro de mi cabeza. - ¡A la paz de Dios! Pasaron ocho días sin que el capitán volviese a verme. (pronunció uno de los jóvenes.) Protegido por sus sombras salí a todo escape, y, a la luz de las estrellas, divisé mi borrico, que comía allí tranquilamente, atado a una encina. ¡Dejad que le hable, y él decidirá! ¡Era cosa resuelta! -Decir oro decir perlas, decir maldición de Alah... Pero yo no entender sentido, explicaciones ni señas. - Yo, señorico, me reía también; pero me corrían por las patillas lagrimones como naranjas. En conjunto, estos hábitos pueden ser una manera saludable y sin riesgo de perder peso y no aumentarlo de nuevo. ¿Qué son las estrellas sino tu brillante séquito, tu numerosa corte, que tarda una noche entera en desfilar por los cielos? --¡Músico (exclamé); sí..., sí..., mi General! hombre tenía razón! - ¡Maldito seas! ¿No me hallo prisionero? Rubens! como sorpresa. Todos los días mato cinco o seis rengíferos, los despedazo y conservo la carne entre los témpanos de hielo. Recíbelo todo con indulgencia, y devuélveme la fe de bautismo. con su cabeza de que no desertarían los demás, y veintisiete Entretanto Rubens, sombrío, avergonzado y enternecido profundamente, Leo en vuestros ojos que sois peores que fieras. -¿Y no volvió usted a ver a aquellos soldados? ¿Sabes que todos los días roba, en distintos puntos de estas sierras, a algunos pasajeros; y después los asesina, pues dice que los muertos no hablan, y que ése es el único medio de que nunca dé con él la Justicia? cuadros místicos, verdaderas maravillas del arte, el rostro pálido Los resplandores del sol han durado hora y media. »Torre de Zoraya, en Aldeire del Cenet, a 15 días del mes de Saphar del año de la hégira 968. -preguntó el otro, medio conmovido con mis palabras. -murmuró el fraile, ¡Qué lujo de fuego y de colores después de tanto tiempo en que mis ojos sólo vieron la atonía del color y de la existencia! Era que la prisión se hallaba llena de tinieblas. -Escribe lo que te he dicho. Yo voy a buscar a ben-Munuza, que debe de hallarse al otro lado de aquel cerro arando los pobres secanos que allí posee. La Paradoja: Un relato sobre la verdadera esencia del Liderazgo. Un día que el célebre pintor flamenco Pedro Pablo Rubens andaba recorriendo los templos de Madrid acompañado de sus razón cuando decía que ese religioso muerto era a un mismo tiempo entonces una emoción por aquel estilo. - ¡Se le hará ochavos, si queréis! La cúspide de una montaña elevadísima ha reflejado por un momento los rayos del sol. - Escuche su merced. -dije yo en mi interior-. - Pues mira tú, gitano... -contestó Parrón muy lentamente-. Los rotger modulan su patético gorjeo, semejante al arrullo de la tórtola. —Hace V. bien en interrumpirme, Capitán; porque yo he terminado, y el resto queremos oírlo de labios de V.... Íbamos diciendo que Pío VII y el cardenal Pacca (¡mucho me alegro de haber llegado a saber su nombre!) -dijo una de las sombras en correctísimo gallego. un genio de primer orden. Parrón ha muerto; tú has quedado libre, y por eso sabes sus señas... - ¡Todo lo contrario, mi General! ¿de qué? -replicó el tío Hormiga-, es usted un sabio, y celebraré que le salgan bien todos sus planes. Cerca de nosotros, y alrededor de otra mesa, se hallaban dos viejos militares retirados, comandante el uno y coronel el otro, según dijo alguno que los conocía. ¿Sabéis lo que es una madre que ve morir a los hijos de sus entrañas, diciendo: «Tengo hambre..., tengo frío»? ¡Bendito seas mil veces, rey de la Naturaleza, coronado de rayos y vestido de oro, que te anuncias al mundo con la risueña aurora y te despides con el melancólico suspiro de la tarde! Desperté al sospechoso personaje, y le reconvine por haber pasado la noche en la casa ajena sin la voluntad de su dueño; a lo que me respondió que aquello no era casa, sino un montón de escombros, donde bien podía haberse albergado un pobre caminante en noche de nieves, y que estaba dispuesto a presentarse a usted, y a explicarle quién era y todas sus operaciones y pensamientos. - Las once. - Pronto... ¡Márchese V.! para bien de vuestra alma. en Gerona.... Mas no creáis que en la capitulación de la plaza, sino en una salida que hicimos pocos días antes, a fin de estorbar unas obras en el campamento francés.... Pero esto no hace al caso. Como sabrás, ayer maté al Teniente Coronel en buena lid. -¿En busca de usted? —Era el Parador de diligencias. ¿Debo hacerlo antes o después de solicitar admisión a Doctorado? Juan se encogió de hombros, dando a entender por señas que él no sabía nada de la procedencia de aquel retrato ni conocía a Risas más que de muy poco tiempo... El noble semblante de mi honradísimo asistente debió de probar a aquellas cuatro leonas encolerizadas que el pobre no era culpable... ¡Además, él no llevaba el medallón! Y, sobre -¡Mujer de Dios! No bien dejó de hablar Ramón, cuando me levanté y le dije, con lágrimas, con risa, abrazándolo, trémulo, yo no sé cómo: --Pues no me debes la vida, sino que he comprometido la mía sin salvar la tuya. Rásgase la penumbra, y descúbrense océanos de claridad... ¡Allá adivino el Polo alumbrado intensamente, erial solitario que ningún pie humano llegará a hollar nunca! John y sus compañeros. -replicó el tío Buscabeatas-. Es cuanto sé con relación a este drama, pues nunca he podido averiguar por qué tenía Risas aquel retrato. He derribado todo aquel lienzo, y nada más de particular he hallado. -¡Pues nada! Para evitar los fallos que he detectado con mayor asiduidad, incluyo aquí algunas sugerencias. Manuel se echó la carabina a la cara y apuntó al gitano. ¡Vivan los franceses de Francisco I y de Napoleón Bonaparte! ¡Cuántas inmensidades contiene un minuto de dolor! Sois dos hombres fuertes y armados contra un moribundo inerme... ¡Sois unos cobardes! Ayer ví a Parrón. ¡Que felicidad para nuestros hijos! - ¡Somos unos héroes! -exclamé, estrechando las ardientes manos del joven. —No, hijo mío. Aben-Carime leyóle entonces el pergamino árabe, que Juan Falgueira oyó sin pestañear y como enojado, visto lo cual por el moro, y a fin de acabar de atraerse su confianza, le reveló también que había robado aquel documento a un cristiano de Ceuta... El español se sonrió ligeramente al pensar en el mucho miedo que debía de tenerle el mercader de huevos y de gallinas cuando le contaba sin necesidad aquel robo, y, animado el pobre Manos-gordas con la sonrisa de ben Munuza, entró al fin en el fondo del asunto, hablando de la siguiente manera: -Supongo que te has hecho cargo de la importancia de este documento y de la razón por que te lo he leído. Pero la ingratitud de la Naturaleza está allí más que compensada por la constante laboriosidad del hombre. Mire usted: ésta se llama Rebolonda; ésta, Cachigordeta; ésta, Barrigona; ésta, Coloradilla; ésta, Manuela... porque se parecía mucho a mi hija la menor... Y el pobre viejo se echó a llorar amarguísimamente. —¡Tiene V. razón, Capitán! -Lo que usted dice se llama el libro talonario -observó gravemente el regidor. La buena mujer lloró y suplicó, protestando que el extranjero no podía ponerse en camino sin caer muerto a la media hora... Pero sólo consiguió ser apaleada, por su falta de «patriotismo». - Dejémosles emborracharse.... (expuso una vieja.) y retrocedió un poco, como para ocultarse detrás de sus compañeros. -Poco tengo que explicarle. Decir Parrón estas palabras y rodearme una nube de trabucos, todo fue un abrir y cerrar de ojos. Porque su compañero lloraba y él no; porque su tranquilidad revelaba que él era mártir; porque su humildad denotaba que él era el Rey.